Amor Primero~

Beeen, aca lo que te prometi

Espero les guste ^^

Eran esas las épocas más frías en la región, las navideñas. La nieve, la gente expectante y falsamente bondadosa, y por supuesto el infaltable y estresante villancico. Todas esas cosas que a la gente mundana y corriente hacia feliz a él lo fastidiaba.

Pero claro, él llevaba años sin ser normal. Él llevaba casi cincuenta y dos años como vampiro.

O como diría él, cincuenta y dos años casi, como una sanguijuela chupa sangre, refugiada de la noche que para desgracia y bendición personal podía escuchar con claridad los pensamientos de los demás.

Una delgada y elegante mujer de cabello café e intensos ojos verde jade preparaba la cena navideña de ese año, Josephine Meyer Marsden.

Su marido, Alexander Marsden se encargaba de traerle la leña para el hogar entre tarareos. La música sonaba suave desde la pequeña radio, interrumpida de vez en cuando por alguna publicidad navideña o algún anuncio sobre el clima.

- Mami, mami… ¡Benjamin quiere pegarme!- Aymerick, su pequeña de apenas un año entraba corriendo a la cocina y se abrazaba a sus piernas.

Benjamin, su primogénito, apenas un año y medio mayor que Aymerick entraba tras ella, con un libro roto en sus manos.

- Ven aquí, pequeña cucaracha…- el pequeño puchereaba, buscando la clemencia de su madre para con él- Aymerick rompió mi libro para colorear dragones…- acusó con el dedo a la más pequeña.

Josephine lo acunó en sus brazos, detonando con ello el llanto de una celosa Aymerick.

- Yo no fui…- sollozaba, restregándose los ojos- no soy cucadacha…- Mantenía el entrecejo fruncido, enojada en parte con su hermano. Su llanto se intensificaba al no conseguir la completa atención de su madre.


Las voces se apagaron, dejando imágenes que instantes más tarde se volvieron borrosas y difusas, hasta perderse en una absoluta oscuridad.

La luz de otra blanca mañana rompió en la ventana de un Benjamín guapo y moreno de unos veinte años, ya convertido en todo un hombre. El despertador de la pequeña mesita de luz izquierda sonaba, eran las ocho AM de un nuevo día de su inmortal vida.

- No pienso levantarme hoy…- tomó el reloj y lo arrojó contra la pared de enfrente, haciéndolo añicos.

Arrugó el ceño, resoplando. No estaba solo.

- Benjamin, es la quinta vez en la semana que haces eso…-una aterciopelada voz masculina hablaba desde las sombras, James Falcon Omega. Conde transilvano y jefe de La Guardia.

James Omega aparentaba unos bien llevados y tempranos cuarenta, mantenía su barba y bigote prolijamente cortados, de un castaño caoba intenso como el de su sedosa cabellera. Los labios, apenas escondidos entre el bello, parecían dibujados. Los ojos de un apetecible chocolate y su piel marfileña, ambos de proceder árabe, de rasgos suavemente delineados pero firmes. Su nariz y barbilla le daban un perfil griego, propio de un Dios del Olimpo. Su porte clásico y aristocrático completaba lo que sin lugar a dudas podía resumirse como una delicia de hombre.

- ¿A qué has venido?- preguntó con marcada acritud Benjamin mientras se rascaba el abdomen- Luego de recibir a los renacidos de la zona los dejare con Maxwell y me iré a la guarida…-

Omega solo se limitó a asentir con una sonrisa senda, paternal.

Lo cierto era que de todos sus generales, Benjamin era como su favorito. Al único que había criado como si fuera su hijo.

- ¿Has vuelto a soñar con tu hermana?- la expresión de Benjamin se endureció, sus ojos se enturbiaron, peligrosos- Alguien que no pertenece a La Guardia esta cazando con un miembro del aquelarre de D que quizás te interese merodear…- comentó con evidente tono casual, sonriéndole de lado a su joven general del este- Están en los bosques helados, cerca de tu guarida…- dicho esto, Omega abandonó el cuarto- Por cierto, nos vemos para navidad, ben…- y riendo en <> el hombre desapareció por los pasillos.

Era obvio que él ya tenía otros planes para esas navidades y que no lo verían por allí, pero Omega siempre guardaba sus formas calidas y paternales.

Benjamín no tardo más de dos segundos en entender lo que debía hacer y echándose un abrigo encima abandono la vieja corte de La Guardia para salir directo hacia el sur, a los bosques helados.



La veía claramente a pesar de que aun estaba a varios kilómetros de ellos. Se mantuvo a distancia, analizando todo aquello.

- No voy a matarte, linda…- un vampiro rubio oscuro paseaba sus labios por el cuello de una delgada morena de unos veinte años, una vampiresa. Mientras se mantenía sentado sobre su vientre, imposibilitándole el movimiento.

La fiera morena lo apartó de un duro golpe, enviándolo a caer a los pies un silencioso ciprés cubierto de nieve. La muchacha, de intensos y centellantes ojos entre grises y verde arrugó la nariz, como si buscase a alguien.

- Creo que han venido por ti, linda…- el precioso rubio le sonrió a Benjamin, apartándose de ellos- Soy Jared V’Delot, tu próximo amante…- este desaparecía ente la copiosa nieve, dejando a la morena en un serio estado de histeria y cólera.

La morena bramaba enojada, pateando con fuerza uno de los cadáveres de lobo que su entremés se había cobrado. Todo aquello parecía divertir bastante a Benjamín que se limitaba a observarla con una sonrisa en sus carnosos labios.

- ¿Qué demonios te causa tanta gracia?- hosca, enojada. A punto de lanzarse sobre él- Si vienes por algún recado de tu querido Omega, dile que no interesa, que no me uniré a su causa…- se limpió los restos de sangre del labio, sin siquiera mirarlo. Pensando como matar a aquel idiota que había arruinado su comida.

Benjamin negó despacio, como hablando consigo mismo. Se acercó a ella cauto.

Creo que hay cosas más urgentes, piénsalo.

La voz de Omega le había llamado la atención en sus pensamientos. Se limitó a hacer una mueca de molestia y desencanto y sin decir nada emprendió su marcha hacia la puerta trampa de su guarida, un poco más al sur, escondida de los ojos curiosos.



- ¿Cómo estás? Te eché mucho de menos…- Lily lo esperaba envuelta en un pesado abrigo, afuera de la guarida. Benjamin la tomo por la cintura, besándola con suavidad.- Te amo…- le susurró ella en el oído, acariciándolo con sus palabras.

La sonrisa del moreno se ensanchó apenas, ambos entraron en la guarida, resguardándola del frío.

Lily Fletcher, era su pareja desde hacía varios meses, casi un año quizás. Pero aunque él no quisiera darse cuenta, ella por más hermosa y bondadosa que fuera no era la mujer de su vida.

- ¿En qué piensas?- Benjamin no respondía, solo se limitaba a mirar el fuego crepitar en el hogar, perezoso- Benjamin, ¡Benjamin!-

Benjamin llevó sus ojos hacia ella, algo ido. Lo cierto es que no la estaba oyendo, lo cierto era que desde su encuentro con la joven vampiresa se hallaba descolocado.

La cena pasó sin mayores sobresaltos. Benjamin, a pesar de los intentos de Lily se mantenía silencioso, hasta distante. Incluso ella, terminó por desistir él resultaba inalcanzable en ocasiones así.



Solo una noche al mes la hermosa morena sufría una media metamorfosis. Y precisamente esa era esa noche.

- Ya te dije que no te acercaras…- apretó la mandíbula, enojada. Hosca a pesar de su frágil condición- Déjame sola, imbecil…- bramó ya sin lugar para alejarse de él, apoyada contra la pared de aquella cueva.
- Vamos linda, déjame cuidarte…- insistió Jared, acariciando su cuello con la yema de su pulgar.

No se iba a dar por vencido a pesar de los maltratos y la brusquedad de la morena.

Ella jadeó, sintiendo una presión horrible en su pecho, como si su aun humano corazón quisiera salirse de su pecho. Se desplomó sobre él, cayendo ambos sobre el frío y húmedo suelo de la oscura cueva.

- Bebe, lo necesitas linda…- Jared la acomodó en su cuello para que se alimentara de su sangre- ¿Cómo te llamas?- acariciaba su espalda suavemente, queriendo relajarla.
- Aym…- jadeó con más fuerza, aferrándose a su camisa- Aymerick… Krakozhia…- dijo besando su cuello despacio, buscando la vena más fibrosa.
- Que lindo nombre…- acariciaba la piel de su espalda tersa, mientras jugaba con su cabello- Vamos, aym… hazlo…- cerró los ojos, esperando, disfrutando de sus calidos besos.

Aymerick entreabrió sus labios despacio, y clavó sus filosos colmillos en el cuello de Jared, bebiendo de él, despacio. Sin querer lastimarlo. Era la primera vez que no buscaba herir una presa, podría hasta decirse que intentaba preservarlo lo más posible. Jared apretó los ojos, abrazándola contra él.

Cuando por fin estuvo satisfecha empezó a limpiar la sangre de su cuello con besos, despacio. Lamía, mientras acariciaba su pecho acunándose en él. Besó su mandíbula, memorizando lentamente cada centímetro de él.

Jared tomo su rostro entre sus blancas y grandes manos y la besó pidiendo permiso, intensificando sus caricias en su espalda. Estaba acostumbrado a mujeres fáciles y de una noche, no a ella. Acarició su cintura, subiendo lentamente su camiseta, mimando cada fragmento de piel, quemándose con su roce.

Aymerick jadeó entre besos, bajando a su cuello pasando a su pecho perfecto y formado. Deleitándose con los gemidos ahogados que a aquel rubio hermoso se le escapaban de a momentos.

- Jar…-lo llamó mientras ambos intentaban desnudarse entre besos y caricias húmedas- por favor, yo…- balbuceaba, interrumpiéndose con jadeos. Sintiendo sus manos quitándole su pantalón.

Cerró los ojos fuertemente, sintiéndolo besar su vientre y llegar al filo de su ropa interior. Por su cabeza pasaban miles de imágenes diferentes que nada tenían que ver con él, que la confundían. Como queriendo que recordase algo que estaba fuera de su nula memoria.

- Por favor, Jared…- volvió a llamarlo, dejando de acariciar sus hombros.- No puedo hacerlo, no puedo…- jadeó sintiendo como la calidez del alba la bañaba, indicándole que su noche oscura acababa de terminar.

Él solo le sonrió, como entendiéndola. La ayudó a cambiarse, entre besos dulces. Casi amorosos.

Los días pasaban y él no había encontrado nada que lo alentara, ningún indicio de eso que tanto anhelaba. Otra vez estaba en nada.

- Amor, ¿Estás bien?- Lily lo miraba a los ojos, él llevaba varios días algo frío, casi perdido.
- Sí, solo necesito un poco de tiempo…- ella no sabía nada acerca de su búsqueda y lo creía mejor así. Sentía que ya era bastante lo que tenia que soportar siendo perseguida por Amanda constantemente.

Amanda era la madre de Rose quien había sido el primer y único amor de Benjamín, por alguna extraña razón que él aun desconocida ella quería a Lily de su parte.

Rose había prometido a Benjamín ayudarlo a protegerla al precio que fuere.

Unos toquidos se oyeron en la cocina, había alguien en la puerta trampa esperando.

- Es Rose, yo voy…- Benjamin le dejó un beso suave en los labios y fue a buscar a su mejor amiga y a su ahijado.- ¿Cómo estás, Rose?- la abrazó con fuerza cargando con su adorado Demian en brazos.
- ¡Ben!- gustosa le respondió al abrazo, aunque en su semblante se notaba que estaba por demás triste.

Lily apareció en la puerta para saludarla, ambas se habían convertido en buenas amigas luego de una temporada en La Guardia, bajo el cuidado de los soldados y del padre de Rose, el mismo Omega.

- ¡Ay, Lily!- Rose dejó a Demian con su padrino para abrazar con fuerza a su amiga- Que guapa estás, ¿Cómo has estado?- Benjamín les dio lugar a una charla de mujeres yéndose con Demian a la sala de estar.

Despacio y con detalles Rose le fue contando a Lily lo que había pasado con su esposo, James Morrison. Otra vez, lo había descubierto en una infidelidad esta oportunidad acostándose con Jessica, a quien defendía como su mejor amiga.

Benjamin, oyó todo incluyendo los sentimientos de Rose, pero ya le había jurado no interceder, todos sabían cuan tensas eran las cosas entre jim y él.

- Estás tan grande ya, Demian…- hablaba con su ahijado, queriendo distenderse. El pequeño ya había cortado sus primeros dientes y balbuceaba sus primeras palabras. Para su orgullo, una de esas palabras era ben.

Entrada la noche, la cena estaba sobre la mesa. La velada se dio en calma, interrumpida por alguna queja de Demian porque no podía dormir. Para sorpresa de Lily, Benjamin se mostró más relajado y cómodo con su amiga allí con ellos.

- Dime ben, ¿Has sabido donde se metió Leah ahora?- preguntó Rose, preocupada por la pequeña que hacía años Benjamin había rescatado de un orfanato humano.
- No, debe andar por ahí, hace casi una semana que volvió a irse…- Lily bajó la cabeza, el motivo de que la pequeña escapara con más frecuencia y durante más tiempo era que ella estaba casi instalada en la guarida de Benjamín.

Leah era una niña, pero era más astuta y madura que cualquier pequeño de seis años. Ella había sido criada de mal modo, consideraba a Benjamin su ángel y lo celaba mucho de Lily, considerándola su enemiga.

- Agreguen un plato…- dijo poniéndose de pie con un atisbo de sonrisa- Estás de suerte, la pequeña está en la zona…- dicho esto tomo su abrigo y salió hacia el este, Leah vagabundeaba cerca de los pantanos.

No tardó en hallarla, estaba intacta y sana como siempre. Por demás hambrienta. Lo abrazó con fuerza ni bien Benjamin la tuvo en brazos. Como cada vez que huía de casa, la regaño un poco mientras volvían donde Lily, Rose y Demian.

No podía ser de otra manera, al llegar Leah fue desagradable con Lily, hasta que Benjamin la dejó irse a dormir.



Ya llevaba tres semanas desde que había vuelto de la corte de La Guardia, no tenia novedades, ni podía oírla, ni nada. Su humor iba decayendo con notoriedad, no en agresividad sino en pastosidad, era un ente. Y para terminar de amargarlo la navidad estaba a solo una semana.

- Cuida de Leah por favor…- le dijo a Lily mientras la besaba en su cama una mañana algo oscura- Tengo que salir, quizás vuelva hasta la noche…- se puso de pie, se dio una ducha y partió luego del desayuno.

Todavía no había revisado el perímetro del castillo en ruinas del antiguo Conde Williams.

Nada, nada y más nada. Llevaba todo el día buscando y no había indicio alguno que lo alentara. Gruñó, enojado con su suerte desplomándose en un desvencijado sillón del gran estar del castillo.

Estaba repasando los pensamientos de las personas que había en la zona, buscando.

- ¿Hay alguien?- Una voz lo sacó de su tarea, era increíble- Te estoy oliendo, no intentes esconderte, serás mi cena…- era la voz de una muchacha, que sin proponérselo sonaba dulce- Vamos, ven aquí… las escondidas me aburren.

Sonrió de medio lado, la había encontrado y esta vez nada iba a impedirle decirle todo lo que debía saber.

Ella por fin lo encontró, pero no pareció alegrarse, más bien se mostraba irritada por tener que verlo una vez más.

Sin dificultad alguna entabló una conversación con ella, haciéndola enfadar de a ratos con sus comentarios sobre su adorado Conde D. Ya llevaba tiempo haciendo su habitual juego de palabras, intentando guiarla hacia donde necesitaba, era hora de darle un último indicio para que pudiera entenderlo.

Dos niños jugaban frente a un gran hogar, mientras su madre hacia galletas en la cocina. Su padre aun no había regresado del trabajo.

La radio llenaba los ambientes de la acogedora casa, el niño, el mayor de ambos hermanos tenía a su pequeña hermana de la mano, enseñándole a bailar el vals.

- Mira mamá, Aymerick aprendió a bailar el vals…- le decía el niño a su madre, animado. Moviendo a su hermanita sobre sus pies.
- ¡Bailo mami!- bramaba la pequeña abrazada a su hermano, subida a sus pies. Feliz.


Las imágenes, como si fueran una mala película enmudecieron y segundos después se volvieron borrosas y oscuras, hasta desparecer.

- ¿Qué fue todo eso?- las imágenes aun se proyectaban en su mente junto a otras más de los mismos niños compartiendo más momentos.
- No lo sé, dime tu que piensas que es…- le sonrió, sus ojos chocolate brillaban a la espera de que ella por fin lo comprendiera.

Como si las sacara de de lo más recóndito de su memoria, Aymerick empezó a proyectar aquellas mudas imágenes para ambos sobre el pequeño fuego que crepitaba festivo en el hogar de la sala.


La misma niña, ahora de unos cuatro años corría por la casa, con su muñeca en la mano, hacia su recién llegado padre. El niño por su lado jugaba con unos aviones en la alfombra de la sala, mientras su madre leía tranquila.

El hombre entró en la sala, directo a su esposa. La saludó con un beso tierno, la pequeña se tapó la boca como sin entender porque su padre saludaba a su madre de manera distinta.

Un momento más tarde, mientras los mayores hablaban, la pequeña Aymerick buscaba a su hermano mayor.

- Beso a aym, ben…- pedía la niña, a su hermano luego de conseguir un beso de su madre y otro de su padre.
- No, Aymerick no quiero… vete- decía un sonrojado Benjamin mientras escapaba escaleras arriba, dejándola sentada en los primeros escalones.

Como siempre, la más pequeña empezó a llorar.

- Quítate la camisa…- era una orden, había algo que necesitaba ver, algo que sentía que latía en su sien, llamándola.
- Que directa eres…- burló, sacándose despacio la camisa y dándole la espalda. Sabia que lo había descubierto, podía decir que era feliz.

Aymerick delineo la cicatriz que cruzaba la espalda de su hermano mayor con un solo un dedo, intentando recordar más. Sin lograrlo. Apoyó su frente en su espalda, abrazando su torso.

Benjamin acaricio sus manos, explicándole porque no había podido hablar con ella antes, queriéndole hacer entender que él también la había creído muerta luego de ese ataque de hombres lobo a su hogar, casi cincuenta y dos años atrás.

Volteo para ver como su el labio inferior de ella temblaba, confundida ante tanta información. Había pasado años enteros bajo la protección de su adorado Conde D, protector, mentor y conversor. Él había sido su única familia durante todos sus años de oscuridad.

La tomo entre sus brazos, para acunarla. La había necesitado y extrañado más de lo que nunca creyó. Ya era toda una mujer, una hermosa mujer.

Le llevó horas, pero con la caída de la noche, logró convencerla de que se mudase con él y Leah a la guarida. Solo había olvidado de mencionarle un pequeño gran detalle… Lily.

- Ella esta en tu habitación ángel…- acusó Leah despectiva, refiriéndose a Lily ni bien hubieron cruzado la puerta- ¿Quién eres tu? Vete de aquí…- la niña miraba mal a Aymerick como sabiendo quien era, mientras esta se sentaba en el sillón de la cómoda sala.
- No me iré, y no me llamo Tu… soy Aymerick…- la corrigió mientras veía como su hermano volaba prácticamente escaleras arriba a ver a alguien que por lo visto a la horrible niña le desagradaba.



- Estoy bien amor, descuida…- Lily le sonreía mientras Benjamin besaba su cabello, cuidando de ella.
- Aymerick esta conmigo al fin, mi hermana…- le dice con una sonrisa brillante, enmarcada por sus colmillos.

Se pasó la mitad de la noche explicándole a Lily acerca de su pequeña hermana, cuando ella se durmió volvió a ver a su hermana, Leah ya dormía en su cuarto y Aymerick se había dormido en el sillón aguardando por él, su rostro estaba marcado por algunos restos de lágrimas.

La acomodó en sus brazos, haciéndole de colchón, mientras fisgoneaba en sus sueños. La acariciaba despacio, empezando a recuperar todos esos años que se la habían quitado tan cruelmente de sus brazos. Ella había crecido y madurado mucho, pero para él siempre seria una pequeña, su pequeña.

Frunció el entrecejo al oírla hablar en sueños, llamando al vampiro de los bosques helados. Podía ver claramente como la besaba y la acariciaba. Gruñía mientras él la desnudaba lentamente en una cama de algún lugar que él desconocía.

Ambos jadeaban y disfrutaban de una noche intima, se besaban mientras se desnudaban. Se acariciaban teniéndose cerca, rozándose. Benjamin podía sentir como su molestia para con V’Delot crecía junto con la temperatura de las caricias de aquella pareja. Lo vio claramente mientras se hundía en ella, haciéndola gemir con más fuerza aun.

Eso era todo.

Dio un fuerte manotazo en la mesita vecina al sillón, haciendo a su hermana despertar asustada. Y con ello, disipando toda imagen de esa noche.

- Lo siento…- tenía los labios muy apretados- había un mosquito…- inventó mientras como si nada, ella volvía a acurrucarse para seguir durmiendo. Para su suerte no había despertado del todo.

La mente de su hermana le resultaba sin duda la más compleja de todas, sus pensamientos eran por demás volátiles e intensos. Cambiaban a cada instante, volviéndose confusos y vertiginosos en otras ocasiones.



Los días siguientes pasaron con demasiada calma, Aymerick había encontrado un cuarto en el segundo piso de la guarida, el cual se había convertido en su habitación y refugio.

Rose había conseguido convencer a Benjamín para juntarse a cenar esa misma noche para esperar juntos la llegada de la navidad. Y para pelea con Aymerick, Jared no estaba invitado.

- Calma amor, de todos modos no hubiera podido asistir, tengo que estar en Birmania para esas fechas…- había sido todo lo que él le había dicho la misma tarde que Aymerick lo había presentado a su hermano oficialmente como su pareja.-Disfruta con tu hermano, feliz navidad, te quiero…- luego de eso había partido hacia su destino.



Solo por Leah Benjamin había conseguido un enorme pino fresco, había bajado al pueblo para comprar con Lily los adornos y decorarlo con su pequeña. Leah ignoraba a Lily, motivo suficiente para que esta desistiera de esa idea y fuera a la cocina a hornear algunas galletas con la receta de su madre.

Aymerick se mantenía recluida en su habitación, escuchando música ya había dicho que no pensaba participar de la cena más no fuera para brindar. Benjamin solo había fruncido los labios ante su actitud, pero no había dicho más.

Otra vez, un par de toques en la puerta trampa llamaron la atención en la guarida. Benjamin subió a Leah a sus hombros para ayudarla a colocar el puntero del árbol y una vez que estuvo listo abrió. Como ya sabia, eran Rose y Demian.

Rose explicó que Milo, su padre adoptivo no la había acompañado esa noche con ellos porque tenía planes con Aleera, su novia. Quien posiblemente después de esta noche pasaría a ser su prometida, ya que tenía pensado proponerle matrimonio.

Mientras Rose y Lily preparaban la mesa, Leah se dedicaba a examinar a Demian exhaustivamente, un bebé era algo nuevo para ella. Benjamin terminaba con su jabalí. Aymerick, como había prometido no daba señal alguna de haber cambiado de opinión con respecto a lo que a la cena concernía.

Sin que nadie lo notara Leah se escabulló hasta la habitación de Aymerick.

- ¿Cuándo te iras de aquí?- preguntó la pequeña picándola con un dedo mientras ella intentaba leer un viejo libro.

Ante el silencio de Aymerick Leah siguió picándola, y diciéndole cosas desagradables para hacerla enfadar.

- ¿Sabes un cosa, pequeña sabandija?- Aymerick le sonrió cínicamente luego de dejar su viejo volumen de El retrato de Dorian Gray sobre la cama- En ese cajón de allí…- señaló su escritorio- tengo una tenaza, ¿Y sabes para que la utilizo?- Su sonrisa se ensanchó, dejando al descubierto su par de marfileños colmillos- Para arrancarle los dedos y la lengua a las niñas horrendas como tu…- La niña asustada empezó a gritar a viva voz, por el cobijo de su ángel.

Benjamin no tardo en llegar al umbral de la habitación y mirar de manera acusadora a su hermana.

- ¡Ángel, ángel!- Leah se abrazó a sus piernas- Ella tiene tenazas, ¡Y quiere arrancarme los deditos y la lengua!- Benjamin la tomó en brazos y ella no hizo más que abrazase a su cuello y esconderse allí de la colérica mirada de la joven vampiresa.

Benjamin no dijo nada, solo se limito a reprenderla con la mirada.

Te pasaste esta vez, sí que esta asustada, Aymerick.

Viendo que estaba en clara desventaja con la pequeña Aymerick se puso de pie con elegancia y sin siquiera mirarlo fue escaleras abajo y azotó la puerta trampa al salir.


- Ella es Aymerick, la hermana menor de Benjamin, llegó hace casi una semana…- fue todo lo que Lily le comentó a Rose ante la discreta salida del pequeño tifón Marsden.

Benjamin y Leah no tardaron en bajar de la habitación, el jabalí estaba a punto de terminarse de asar.



Estaba muy enfadada con su hermano, ella estaba segura que él sabia como habían sido las cosas, y muy a pesar de ello había elegido a la maldita mocosa. Tal enojo le había dado sed, excusa perfecta para irse por ahí sin que nadie la fastidiara.

No muy lejos de donde se encontraba pudo oler a una jauría de lobos jóvenes, se relamió contenta, esa iba a ser una cena mucho más interesante que la que se estaba llevando en la guarida. No tardó en localizarlos y hacerles saber que estaban siendo acechados.

El primero en intentar embestirla fue el macho más grande, uno color café, el jefe de la jauría. Cuando lo tuvo dentro de sus posibilidades lo pateó con fuerza, impactándolo contra un enorme ciprés. Una de las tres lobas que lo acompañaban se abalanzó sobre su espalda, dejándole una enorme herida. Aymerick chilló con fuerza ante ese ataque cobarde, arrinconó a la loba gris y bebió de su cuello con energía, desangrándola.

El jefe volvió a contraatacar, arrancándole prácticamente su camiseta de un solo manotazo. Rasgando su abdomen con fuerza. La loba más joven se tiró sobre ella desde su espalda, tendiéndola en el congelado pastizal. Aymerick jadeó de dolor ante las incesantes mordidas de los tres animales.

Era de noche, Benjamin acababa de volver de una reunión con sus amigos, ya era todo un hombre de unos ágiles y fuertes veinte años. Aymerick y los señores Marsden dormían en el piso de arriba.
Un ruido sordo tiró abajo la puerta de su casa. Avisando a todos de que algo pasaba.

- Hombres lobo, ¡Hombres lobo!- gritó Benjamin a viva voz subiendo de dos en dos las escaleras para salvar a su familia mientras la jauría embravecida y hambrienta lo seguía.

Los lobos entraron primero al cuarto de sus padres. Desde el cuarto de Aymerick podían oírse los gritos de dolor de su padre y el llanto y las suplicas de su madre por salvar a su esposo e hijos.

- Aymerick, vámonos…- apremió Benjamin queriendo sacarla de allí por la ventana de la habitación.
- Benjamin, ¿Estás loco?- Aymerick trató de desatrancar la puerta para ir por sus padres.
- Ya no podemos salvarlos, no seas tonta por favor…- la jalo del brazo, instantes antes de que una de las hembras de la jauría destrozara la puerta.

Intentando protegerla, Benjamin tomó un palo de hockey de su hermana y lo blandió, manteniendo a los lobos alejados durante unos segundos.

- Xiomara, te dije que no jugaras con la comida, acábalo ya, la niña es mía…- reclamó el jefe, mientras se abría paso hacía la asustada Aymerick.
- No te acerques…- amenazó con fiereza Benjamin, yéndose sobre el lobo armado solo con ese palo.

A partir de ese momento todo pasó muy rápido. El lobo mordió a Benjamin, lanzándolo contra la pared de su habitación, luego caminó hacia ella, relamiéndose los restos de la sangre de su hermano. Aymerick pudo ver los cadáveres de sus padres asomar por la puerta del cuarto de enfrente.

Dos sombras aparecieron en aquella habitación inundada de olor a sangre. En solo un parpadeo los dos hombres vestidos con largas capas negras ahuyentaron a la manada.

Una de las sombras hizo una mueca al ver es estado de Benjamín, la otra le hizo un gesto con la mano y la sombra que tomó a Benjamin desapareció. Por su parte, la sombra que permanecía con Aymerick le sonrió con calidez y acercó sus fauces a su cuello.

A partir de esa fatídica noche Aymerick ya no supo sobre sus padres ni su hermano.


Ni de su nada acerca de su memoria humana, hasta poco atrás.

- No les daré el gusto, malditos lobos, no cometeré el mismo error dos veces…- bramó furiosa, quitándose a los lobos de encima. Lanzándolos lejos de ella- ya no soy una niña indefensa, ahora verán…- empezó a embestir con fuerza contra ellos, mordiéndolos y dejándolos tendidos uno a uno, hasta acabar con casi toda la jauría- Si eres capaz de sobrevivir, búscame y mátame, te estaré esperando…-

Salió de allí, dejando vivo al único cachorro de la manada.

Caminó casi coja hasta la guarida otra vez, harapienta, sucia y ensangrentada.

- ¡Por mi Dios! ¿Qué te pasó?- Aymerick gruñó, alejando a Lily. Rose, de su misma condición se acercó con su cartera hasta ella.

Benjamin fue a revisar su jabalí con la misma expresión de reproche en las facciones que cuando ella se fue. Rose se encargó de lavar y curar todas las heridas en ella.

- Creo que no nos han presentado, soy Rose Gray, la madre de Demian y la mejor amiga de tu hermano…- se presentó mientras la bañaba, con una sonrisa dulce en los labios.
- Aymerick Krakozhia…- respondió con los labios apretados, mientras sentía como un preparado algo viscoso se desparramaba con cuidado sobre su espalda. Lo cierto para Aymerick es que aun sentía que era muy pronto para considerarse una Marsden otra vez.

Estaban todos esperando para brindar, el ambiente era más relajado. Benjamin tomo a Aymerick desde atrás, abrazándola con cuidado. Su hermana no tardó en voltear y abrazarlo con fuerza, parecía incluso que estaba a punto de llorar.

¿Puedo dormir contigo esta noche?

Benjamin sonrió de oreja a oreja, riendo con estridencia. Asintió de buena gana, mientras veía a Rose explicarle a Leah como usar una pequeña e inofensiva bengala.

Luego le dio una a Aymerick, quien muy a pesar de querer aparentar ser una mujer madura jugó con la bengala de color rojo durante un buen rato. Benjamín no hacía más que sonreír algo atontado al verla tan contenta.

La campana del viejo monasterio del pueblo se hizo oír con fuerza cuando el se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento de Jesucristo. En la guarida todos brindaron con una sonrisa, reunidos cerca del gran árbol de navidad.
- Bien, momento de regalos…- Rose buscó una gran bolsa de dentro del closet bajo la escalera y comenzó a repartirlos- Para Demian, para Leah, para Lily, para ben y para Aymerick…- cada uno abrió su obsequio con entusiasmo, incluso Aymerick que parecía la más reacia a la reunión.

Todos agradecieron, todo iba en paz incluso nadie había puesto atención cuando Lily se había excusado porque como siempre se sentía mal. Leah se mostraba muy conforme y realizada con sus dos obsequios, una muñeca y un vestido azul.

- Bien, nosotros nos vamos ya…- anunció Rose meciendo a su pequeño- iré a ver a Lily…- Benjamin fue a llevar a Leah a su cama, dejando a Aymerick sola en el salón.

Suspiró pesada, enojada casi. Subió a su habitación y azotó la puerta. Un instante más tarde ya estaba casi dormida.

Rose se marchó, llevándose a Leah y a Lily consigo. Benjamin a sabiendas de lo que había ocurrido con su hermana fue a su habitación.

- Aymerick Liv Marsden, esto no es lo que te prometí, a mi cuarto- su voz sonaba autoritaria- marché….- militar incluso.

Ante la orden Aymerick se agazapó en su cama, dándole a entender que no se movería de allí.

- Bien, como quieras…- suspiró, quitándose su camiseta y su pantalón. Se acostó a su lado, acariciando la herida en su espalda- Aymerick, por favor pequeña…- la abrazó por detrás con ternura, esperando a que reaccionara.

Aymerick acarició las manos de su hermano lentamente, sin querer ceder ante las caricias de Benjamin. Suspiró pesada, apretó sus manos y volteó para hundirse en su pecho. Necesitaba tenerlo cerca sentirlo. Así estaba protegida.

- Lo siento, yo no quería…- comenzó- soy un desastre lo único que eh hecho desde que llegué fue complicar tu vida…- lloriqueaba mientras su hermano la mimaba como cuando más pequeños.

Benjamin chitó, acallándola sin dejar de acariciar su cabello. Evitando leer sus vertiginosos pensamientos.

~Despues lo sigo!~



Feliz navidad

Jaaaaaaaaaaared *O*
Genial persona, feliz navidad ^^

Graaacias *o*

aaiii
yo lo lei anoche pero me sacaron del pc y no pude opinar ¬

ME ENCANTO ^^
esta genial =)
siguelo!

Queeee bueno estaaaa *o*

Ben se quedo sin palabras >.<

De nada, ^^

Aiii Gracias, ya lo sigo ^^

Sigue.. un poco más..

Se separó despacio de él, sin cambiarse tomó sus pocas cosas y dejó a su hermano tendido en su cama. Debía hacerlo, era lo mejor para ambos.


Estaba a punto de dejar la guarida cuando un montón de cuestionamientos llenaron su cabeza. Encontrar a su verdadera familia y recuperar su memoria había sido con lo que había soñado toda su inmortal existencia y ahora que por fin lo conseguía, no podía ser tan tonta como para abandonarlo.

Agachó la mirada un momento, realmente no podía.

Cerró su puño y golpeo la pared del pasillo con fuerza, dejándole una marca. Dejó sus cosas tendidas en el suelo y corrió hacia su refugio otra vez, se apoyó un instante en el umbral para verlo. Aún acostado, abrazándose así mismo como si estuviera ido de esa escena.

Ya no dudó, se lanzó sobre él, abrazándolo con fuerza intentando pedir perdón por ser tan tonta.

- Benjamin, lo siento…- empezó hundiendo su rostro en el pecho de su hermano- no quiero estar mal contigo, de veras…te quiero mucho- la voz le temblaba, se sentía verdaderamente horrible- prometo no intentar morder otra vez a tu pareja, ni tratar mal a la niña horrenda esa, es más ya no te hablare del Conde D, ni seré tan desagradable con las visitas…-debía decirle algo más- y… y…- titubeaba, le dolería- dejaré a Jared si eso quieres…- ya no pudo más, empezó a llorar con fuerza, en sus brazos.

Su hermano la mantuvo en sus brazos, acariciándola con lentitud. Frunció los labios al oír eso último.

- Te amo pequeña., quiero que seas feliz. No debes hacer nada de eso…- pensó mejor- sólo lo de Jared…- su pechó tembló ligeramente, ahogando un gruñido al pensar en la pareja de su pequeña hermana.

Aymerick solamente asintió, dolida en lo más profundo. Realmente quería mucho a Jared y dejarlo, luego de todo lo que había vivido con él era algo muy difícil. Benjamin siguió mimándola, hasta calmarla. Besó su frente despacio, observándola dormir.



A la mañana siguiente, Aymerick despertó temprano, en brazos de su hermano. Sonrió a medias y bajó a la cocina, quería sorprenderlo.

Le llevó solo un momento tener preparado un gran desayuno para dos. Lo acomodó en una bandeja y se lo llevó, escaleras arriba.

- Así arruinas mi sorpresa…- regañó al verlo sentado en su cama- ¿Qué ocurre?- no lo veía bien, tenia una mala expresión en el rostro. Apoyó la bandeja en la mesita de su cuarto y fue a abrazarlo.

En resumidas cuentas Benjamin le dijo que estaba viendo a Rose y a Lily y que estaba por convertirla en un vampiro. La sangre de Aymerick se heló al oírlo. Suspiró con algo de resignación y le aconsejó ir donde ellas, para impedirlo.

Minutos después estaba sola en su habitación, maldiciendo a Lily. Siempre le arruinaba todo. Gruñía, una oleada de dolor le recorrió la espina cuando recordó lo prometido a su hermano la noche anterior. Debía hablar con Jared. Se abrazó con fuerza las costillas, le dolía horrores de sólo pensarlo.

Por favor, ven. Necesito verte.

El mensaje tardó más de lo que le llevó a Jared estar en su ventana.

- ¡Jared!- Aymerick lo abrazó por el cuello, besándolo ni bien este la tuvo en brazos ¿Quieres desayunar?- lo invitó, enseñándole la bandeja.

Jared tomó la bandeja y la llevó a la cama con ella, podía sentirla algo cansada, o derrotada. No podía asegurar nada, solo que no la veía bien.

La acurrucó en su pecho mientras mordía una tostada. Acariciando su cabello largo y castaño incluso algo rojizo. Ambos desayunaban en silencio, como queriendo adivinar que era lo que estaba por suceder.

Aymerick bostezó recostada sobre él. Empezando a dormirse de nuevo, cansada. Jared, silencioso y protector la acomodó en él. Ambos se quedaron dormidos, abrazados. Se sentía mejor allí con él, más tranquila. Pero aun así se debatía entre lo que debía y lo que necesitaba.

Horas más tarde la puerta de su habitación volvió a abrirse, Benjamin tomó a Jared del brazo, apartándolo con brusquedad de Aymerick, aun algo adormilada. Lily miraba todo desde el umbral de la puerta, sintiéndose una extraña allí.

Colérico, Benjamin mantenía a Jared por el cuello de su camisa, a unos pies del suelo. Cuando al fin reaccionó, Aymerick se abalanzó sobre su hermano, abrazándolo para apartarlo de Jared. Benjamin gruñó con fuerza, haciendo temblar las paredes de la habitación.

Por favor, déjalo… lo quiero.

Aymerick miró un instante a los ojos de su hermano, no podía entender como no entendía lo que ella sentía por Jared si él estaba con alguien también. Benjamin se apartó a Aymerick, dispuesto a matar a Jared, quien miraba a Lily.

- Tranquilo Marsden, ya me voy…- Jared caminó hacia Aymerick, la besó- calma linda, te veo mañana… te quiero- sonrió en sus labios y salió por la ventana.

Lily volvió al cuarto de Benjamin, algo nauseabunda. Nadie jamás había visto así a Benjamín.

- Lo prometiste…- dijo este enojado, saliendo de la guarida, hacia los bosques helados nuevamente.

Aymerick bajó a la cocina, entre sollozos. Desarmó lo que quedaba de su desayuno y pensó varias veces en matar a Lily cuando esta se le acercó a ver que era lo que tenia.

exelente *O*

me suena.. me suena... jajajajaja xD

mE ENCANTAAA *O*

Marsden es un idiota, aguante Jared (?)
Exelente (:

Shut up Mc Avoy ¬


Soy genial (L)

Graaacias Luke ^^

Benjamin Marsden escribió:

Shut up Mc Avoy ¬

No te metas con Luuke ¬¬ xD

Hey, este topic no es para que flooden/spameen ¬¬

Oook, por cierto, excelente la fanfic, muy bien redactada te quedo

Gracias por entender.

Y gracias por el coment.