Sangra el cielo y la luz.

El guapo francés estaba con sus hijos gemelos en el bar desiempre, en el insomne. Hacía un par de días no tenía noticias de Ian y eso lo ponía de pesimo humor. Estaba cambiando a Lheon, acomodandole los pantalones luego de haberlo llevado al baño mientras Donnovan se quedaab coqueteando con la camarera. Su hijo menor era un rompecorazones.

Erin había salido hacía poco de la operación. Aun no había hecho hecho las pruebas para ver si todo había ido bien, pero siempre era buen momento para escuchar a aquel pianista que tanto amaba, lleva las vendas cubriendose los ojos, se sienta en la mesa de siempre.

Donnovan permaneció "civilizado" hasta verla. Erin era su madrina y siempre que la veía el poseso en él se activaba. Corriendo a donde ella se abrazó a sus piernas, Lheon no se quedó atrás pues amaba a su tía tambien. La mira con esa suavidad de siempre, acercandose con las manos en los bolsillos a la mesa, silencioso por demás.

Siente los brazos de los pequeños en sus piernas y sonrie radiante - Hola guapos.. - saludas a esos niños que eran su adoración, acaricia el cabello de Lheon. Levanta la cabeza como si supiera de la presencia de alguien más allí, le sonrie a la nada.

Sonrie cuando ella sonrie en dirección a él, sabiendose descubierto se sienta a su lado, pasando su brazo por la cintura de ella, manteniendola a su lado.

- Hola, mi ángel..- la saluda, dejando un beso en su mejilla.

Acaricia su mejilla suave - Hola principito.. - le dice despacio mientras sienta en si regazo a los pequeños, se recarga en su hombro.

- Demonio uno y demonio dos, los estoy observando..- ambos niños ponen cara de ser santos, menos mal que los conocía. Sonrie y les acaricia el cabello antes de volver a acomodarla a ella- cómo te sientes hoy?- le pregunta con una nota de cariño y dos de preocupación.

- Bastante bien, está noche puedo quitarme las vendas.. - le cuenta. Erin llevaba bien su ceguera de esos dos años, no le molestaba estar asi de cierta forma. Sonrie risueña abrazandolo.

Hace una mueca, ¿Justo esa noche tenía que ser? Asiente y suelta el aire resignado, eso arruinaba uno de sus planes para la cena de esa noche.

- Grandioso..- murmura, dejandole un beso más en la sien.

Se separa apenasy tantea su mano para tomarla - Pasa algo? No te escucho muy animado.. - le dice, perseptiva, demasiado quizas desde su accidente.

- Podemos quitarte las vendas mañana en la mañana?- pregunta din responder su pregunta, manteniendo su mirada en ella, ya estaba por ser su turno.

- No tengo apuro.. - le contesta y se encoje de hombros suavemente, se rie cunado Donnovan intenta hacerle cosquillas en las costillas, abrazando a su ahijado.

- Grandioso..- repite, suave en su oido- Esta noche entonces cenaremos..- susurra y se pone de pie dejándola con los niños, él tenía una función que dar esa noche, y estaba dedicada a ella.

Los sienta con cuidado a su lado cuando él la deja, cruzando sus piernas. Espera que él toque.

Va donde su piano negro de cola. Ese piano solo era tocado por él, nadie más lo usaba. Sonrie donde sus hijos más pequeños y su pareja. Comienza a tocar, el himno francés.

Se relaja en su asiento, escucha su música y sonrie a donde sabe que esta el piano, con su guapo músico.

Toca las piezas con esa perfección y vida suya, dedicando su alma a cada nota, en el rostro lleva una mueca de placer que es difícil entender, es como si le hiciera el amor a ese piano y a su melodía con sus dedos.

Les susurra algo al oido a los niños, pero solo Donnovan le hace caso y saca a baiar a una señora que está sola en una mesa. Sonrie allí, ella se lo había imaginado de mil formas, pero solo había una que había creado su mente y esa era la de su tacto, se muerde el labio.

Ve a Donnovan bailar y sonrie de lado, mirando a Lheon que por otro lado simplemente se queda a cuidar de Erin.

Acuna al pequeño ruso en sus brazos, sintiendo la musica llenarla.

Lheon para tener solo dos años era bastante hosco con las personas y solo se quedaba con Erin porque no quería dañarla, él la adoraba.

Sigue con sus notas, amante eterno.

Toma las vendas sobre sus ojos, metida en esa canción, suspira, pensando en todo lo que había pasaado en esos cortos dos años.

Sonrie al terminar la tercer pieza, dedicandole una sonrisa a sus hijos.

Suspira pensativa y comienza a aplaudir sola, sonriendo niña.

Se rie al mirarla. Termina su pieza en dos notas más, volviendo donde ella y dandole un profundo beso muy a pesar de los aplausos y miradas.